Se trata de un fármaco cuyo costo se eleva nada menos que a tres millones y medio de dólares. Su nombre es Hemgenix que, utilizando un virus modificado, suministra un gen a las células hepáticas del paciente.
Por Jaime Millás. 14 diciembre, 2022. Publicado en ExaudiSegún informa la revista Nature, el pasado mes la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) dio su aprobación a la primera terapia génica para la hemofilia B, un trastorno que afecta a la coagulación de la sangre. Se trata de un fármaco cuyo costo se eleva nada menos que a tres millones y medio de dólares. Su nombre es Hemgenix y ha sido creado por la empresa farmacéutica CSL Behring de Pensilvania que, utilizando un virus modificado, suministra un gen a las células hepáticas del paciente. De esta manera, el receptor produce el factor IX, una proteína necesaria para la coagulación sanguínea que falta en los enfermos.
Los datos de los ensayos clínicos revelan que sólo una dosis de Hemgenix ofrecerá a los pacientes hemofílicos una defensa conveniente frente a hemorragias sin control y posiblemente mortales. Y esto durante ocho años o tal vez más tiempo. Sin embargo, el alto precio del tratamiento lo transforma en el medicamento más caro del mundo. Por otro lado, las terapias de reemplazo genético no son aplicables para el tipo más corriente de hemofilia.
En cuanto al costo, la empresa lo justifica explicando que podría suponer un ahorro para el sistema de salud de EE.UU. entre 5 y 5,8 millones de dólares por persona que reciba el tratamiento, ya que disminuiría el número de inyecciones de factor IX que, de manera regular, se aplica a los enfermos. Estas personas con hemofilia tipo B representan el 15% de casos y reciben el factor IX una o dos veces por semana, ya que esta proteína es necesaria para la coagulación. El problema de estos pacientes es que no poseen el gen para producirla en cantidad suficiente, de tal manera que, si no reciben tratamiento, se produce una hemorragia imposible de controlar y pueden morir.
Glenn Pierce, vicepresidente de la Federación Mundial de Hemofilia en Montreal, Canadá, dice: “Vivir con hemofilia tiene que ver con el lugar donde uno nace. En los EE. UU., el tratamiento de un adulto con hemofilia B cuesta en promedio entre $700 000 y $800 000 por año. El alto precio de Hemgenix se amortizará en un tiempo relativamente corto, y suponiendo que dure”. Sin embargo, la inquietud de muchos científicos es que el alto costo haga inasequible el medicamento para los países de menores ingresos, en los que no se dispone de los recursos suficientes para terapias y, específicamente, el factor IX, y que son justamente los lugares donde está la mayor parte de enfermos de hemofilia. “A medida que surgen en escena nuevas tecnologías como la terapia génica, los que más se beneficiarían son los que menos pueden pagar. No podemos dejar atrás a la mayor parte del mundo”, comenta Pierce.
El informe sobre el último ensayo clínico con Hemgenix, que enroló a 54 pacientes de Hemofilia B, dio a conocer que los episodios hemorrágicos anuales se redujeron en 54% y que el 94% de los participantes suspendió todo tipo de terapia durante dos años después de recibir la dosis única. “Los pacientes comienzan a producir factor IX muy rápidamente… entre siete y ocho meses después de la dosis única, para casi todos los pacientes, el nivel de factor IX se había estabilizado”, dice Andrew Nash, director científico de CSL Behring. Hasta el aumento del 10% en el nivel del factor IX, que es el mínimo registrado en el ensayo, basta para prevenir la hemorragia, según refieren los investigadores. De todos modos, los enfermos podrían requerir tratamientos complementarios ante una posible operación quirúrgica si el nivel de factor IX no alcanza el 50%. “Si está en el rango del 10 al 40 %, aún podría tener un problema con un trauma mayor o una cirugía. Pero puedes olvidarte de la hemofilia”, dice Edward Tuddenham, hematólogo consultor del University College London, que formó parte del grupo investigador a cargo del diseño del vector viral. Precisamente Tuddenham y su equipo llevaron a cabo un ensayo de un medicamento parecido para tratar la hemofilia B en el que se demostró que tiene una eficacia duradera. «La aprobación de Hemgenix es un hito clave en el camino hacia la cura, y parece probable que algunos receptores se curen durante muchos años», dice Pierce.
Sin embargo, entre los enfermos de hemofilia, sólo el 15% tienen hemofilia B. La mayoría tiene hemofilia A, cuya causa es un trastorno genético debido a la insuficiencia de factor VIII, una proteína necesaria para la coagulación que viene codificada por un gen distinto. Por otra parte, resulta complicado encontrar un tratamiento eficaz para la hemofilia A, ya que se requiere un incremento mayor en la elaboración de factor VIII para que se logre un conveniente resultado curativo y, en algunos enfermos, se han manifestado fuertes reacciones de tipo inmunitario al vector viral que se usa para proveer el gen. “En la hemofilia A, hay una disminución evidente con el tiempo y [la expresión génica] puede durar solo ocho años”, dice Michael Makris, que estudia la hemostasia y la trombosis en la Universidad de Sheffield, Reino Unido. “Una vez que tiene la terapia génica viral asociada a adeno, produce anticuerpos contra el vector AAV, por lo que no puede volver a tenerlo”.
“La terapia génica, si bien es emocionante y prometedora, no debe tomarse a la ligera”, dice Leonard Valentino, ex hematólogo y director ejecutivo de la Fundación Nacional de Hemofilia de EE. UU. en Nueva York. “Es una decisión que puede cambiar la vida, y cualquier decisión que cambie la vida puede tener efectos positivos y negativos”.
La ética en investigación nos enseña que debemos sopesar muy bien los riesgos y los posibles beneficios antes de efectuar un nuevo ensayo clínico. En este tipo de terapias los riesgos son grandes y la historia nos ha hecho ver algunos penosos resultados. Sin embargo, hay que continuar investigando y probando con la cautela necesaria. Al mismo tiempo, es preceptivo buscar remedios que resulten menos onerosos y a los que puedan acceder los enfermos de todo el mundo y no sólo de aquellos países desarrollados que cuentan con sistemas de salud para cubrir tratamientos tan costosos.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.